1222304916706_fTe acuerdas cuando la pregunta ¿quien eres? la podías responder con conceptos muy simples como el genero, la edad, nacionalidad, alguna característica física, cualidad o destreza intelectual e, inclusive, con alguna otra información sobre tus creencias y gustos personales.

Quien-soy-yoAños después, responder esa simple pregunta se volvió un tema complejo y únicamente capaz de ser respondida en torno a conceptos y “valores” de índole profesional, económicos y, por que no, supranacionales… porque en el mundo de hoy, medimos a las personas y las definimos en función de su éxito profesional, perdiendo de vista el ámbito personal.

Yo sé, el trabajo nos da identidad, habla de nuestro grado de influencia en la gente, del poder que tenemos dentro de una organización, y de las responsabilidades que cumplimos; Pero todo eso habla de las funciones que desempeñamos, no de QUIEN somos.

Me he dado cuenta que, entre más metidos estamos en el mundo laboral menos importancia le damos a contestar esa pregunta. Pienso que tal vez eso influye en que, a la mayoría de las personas se les desacomoda la vida personal cuando empiezan a brillar en la profesional.

Yo no estoy peleada con el éxito, pero siento que estamos generando el crecimiento canibalizando las otras áreas de nuestra vida: salud, familia, amigos, intereses personales, y hasta descanso. Y después te toca pagar de un golpe todo lo que dejaste desatendido.

Cuando sabes quién eres, no necesitas que ningún título te lo confirme, y la gente tampoco. Se nota porque simplemente al convivir, tu personalidad destaca.

Te ves como una persona segura, con metas claras, que trabaja en dar la mejor versión de si mismo, y no por que quiera impresionar a nadie, sino porque te lo debes a ti mismo.

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